Alimento para el Alma (Carlos Chaouen, Jesús Garriga & Alberto Saura)

En una ocasión escuché que la música es alimento para el alma, no seré yo quien diga que esta afirmación es correcta o incorrecta, tan solo ...

En una ocasión escuché que la música es alimento para el alma, no seré yo quien diga que esta afirmación es correcta o incorrecta, tan solo diré que, si es veraz, la noche del jueves tuvimos una copiosa y rara cena.

Nos dirigimos al Búho Club para asistir al concierto del cantautor gaditano Carlos Chaouen, sería mi reencuentro con el cantautor tras haberlo visto años atrás en la gira presentación de Universos Infinitos, el cual me parece su mejor trabajo hasta la fecha.


Pero antes de Chaouen fue el turno de Jesús Garriga; al joven cantautor canario le tocó lidiar con el difícil toro de telonear a un artista consagrado como es el caso de Carlos Chaouen, media hora de concierto, un concierto que nunca llegó a cuajar pero que, sin duda, fue de menos a más.

Escasos minutos después de bajarse Garriga del escenario, Chaouen ocupaba su lugar. Se hacía el silencio y comenzaba el concierto, un concierto cargado, según el propio autor, de canción de hoy, de ayer, de mañana y de quizás nunca. Carlos Chaouen paseó por su presente y su pasado, recordó temas como Vente, Amapola o Corazón (esta vez sin Kutxi Romero), regaló temas de su próximo disco (que se supone publicará en otoño de este mismo año) como Medio Ambiente, tema llamado a convertirse en uno de los clásicos del cantautor.


Un concierto que transcurrió rápidamente, con parada en boxes para cambio de guitarra y fugaz visita al baño, un concierto que terminó con la canción, quizás más conocida del gaditano, Semilla en Tierra.

Comenzaba este artículo diciendo que se trataba de una cena interesante pero rara. Posteriormente al concierto, en la típica tertulia entre amigos diseccionábamos lo que nos había dado la noche, algunos echaron en falta canciones clásicas (como Me he Pintado o Carita de Pena) dentro del repertorio del gaditano, otros criticaban su deriva hacía el flamenco, había quien ensalzaba su técnica tocando la guitarra… diversas personas, diversas opiniones pero en una todos coincidimos: en indudable que Carlos Chaouen es un buen guitarrista, que sus conciertos tienen ritmo, que su voz es personal y en cierto grado atractiva y que sobre todo es un compositor increíble, entonces surgió la gran pregunta: ¿por qué no triunfa entonces? ¿por qué no llena, sin ir más lejos, el Búho Club tal y como hizo no hace demasiado Marwan? ¿qué le falta a Chaouen? La verdad es que no hayamos respuesta a nuestras preguntas…

Llegó entonces el momento de las despedidas: besos, abrazos y ¿si nos tomamos la última antes de irnos para casa? Vale, pero mañana trabajo ¿En dónde? Aquí al lado…


Terminamos en El Otro, en la mano una cerveza y en el centro Alberto Saura, cantautor desconocido para mí hasta ese momento, acompañado por Manolito al cajón flamenco… canciones propias, ajenas, versiones (que no copias), guiños a los presentes, saludos a la platea pero sobre todo mucha pasión y muchas ganas de pasar y hacer pasar un rato divertido a los allí presentes.

Alberto Saura no es tan prodigioso como Chaouen pero por algún extraño motivo parece más real que el gaditano… y es que si hablamos de comida: los entrantes fueron discretos, el segundo plato de gran calidad (según lo esperado) pero el postre fue inesperadamente rico, una autentica y dulce sorpresa.

En una ocasión escuché que la música es alimento para el alma, no seré yo quien diga que esta afirmación es correcta o incorrecta…

Artículo escrito para el portal musical Muscana
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