Una tarde cualquiera te pones a buscar Nacidos para Correr, un libro Christopher McDougall en el que habla de una tribu americana que por algún motivo son capaces de correr cientos de kilómetros sin descanso, al fin, tras alguna hora de búsqueda encuentras un archivo que se titula "Born.to.Race.castellano", viva, viva, en breve estará en el Kindle pero no, no es un libro, (desilusión) es esta película y ya puestos...

Fast & Furious es como un reality: nadie le ve pero sus datos de audiencia son maravillosos, extrapolandolo al mundo del cine se podría decir que cada vez que Dom Toretto se sienta a conducir aparecen a su alrededor pequeños satélites en forma de películas de serie B (cuando no C o D) de la saga; pues amigos: Born To Race, escrito Born 2 Race para darle más velocidad, es uno de estos satélites.

Un satélite mediocre que nos cuenta la historia de un joven piloto sancionado por su gusto por las carreras ilegales que se ve obligado a vivir con su padre, ex piloto-promesa, mecánico, alcohólico... ¿os cuento la historia o vosotros mismos la hilvanáis? Lo dicho: un satélite, como las actuaciones de la cinta, mediocre plagado de momentos vacíos y de tópicos de película de quinceañeros (es más, cierta secuencia de la cinta nos recordará muy mucho a Karate Kid cuando los matones de instituto rodean al pobre Daniel-Sam).

Sí, sin duda, estamos ante una cinta de domingo lluvioso, mantita, soledad y portátil en los que constanmente miras a través de la ventana deseando que haya un rayo de sol en el cielo y te de tiempo a sacar la moto un minuto y salir así de tu letargo... pero mientras llegue ese ansiado rayo de luz escuchas motores, miras a una chica guapa o duermes la siesta mientras todo esto sucede de fondo sin importarte demasiado el final de la cinta y es que ya sabes que la vida del rubio guapo será mucho mejor que cuando comenzó la película. Así que para Born to Race:

Y es que hay que ser agradecidos: pensad que nos ha entretenido parte del domingo.