La Gran Familia Española

Seamos claros y directos La Gran Familia Española es una de esas películas que tocan directamente al corazón más allá de las actuaciones...


Seamos claros y directos La Gran Familia Española es una de esas películas que tocan directamente al corazón más allá de las actuaciones, la fotografía y la música que acompañe a esta historia. Porque sí, La Gran Familia Española se ve entre sonrisas pero no por ello deja de ser un drama de los pies a la cabeza.

Admito que La Gran Familia Española transcurre en varios sucesos felices (una boda, la consecución del primer mundial por parte de la selección española) pero sin duda es una gran historia de amor, o mejor dicho, de desamor o de amor extremo o vaya usted a saber. De lo que no hay dudas es que Daniel Sánchez Arévalo en su locura consigue que nos sobrecojamos como espectadores en los momentos más reales y cercanos de la cinta y que igualmente riamos en aquellos más bizarros y alocados.

Me senté ante La Gran Familia Española sin muchas expectativas, es cierto que el comienzo no ayudó pero por algún factor poco a poco fui cayendo en las redes que Sánchez Arévalo estaba tejiendo cuidadosamente de pronto me encontré inmerso en una malla donde sabes que sucederá después pero te da igual. Por que Sánchez Arevalo es un director capaz de cargar de buen rollo incluso las historias de abandono, porque se le da bien y porque cuenta con el beneplácito del espectador al que por medio de chistes e ideas bizarras conduce a través de un trama que terminan encogiendo el corazón al más duro del barrio ya que habla de amor puro.

La Gran Familia Española es una película con la que pasar una buena tarde en casa bajo una manta y con un bol de palomitas a un lado; una película que agrada y que no molesta, una película que se ve con facilidad y que deja un poco dulce más allá de la trágica historia que nos cuenta porque al final todos sonríen porque al final todos logran sentirse queridos.

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