10.000 km

Cohabitar espacios de cuando en vez con un empedernido cinéfilo te lleva a que en tu lista de películas pendientes aparezcan títulos com...


Cohabitar espacios de cuando en vez con un empedernido cinéfilo te lleva a que en tu lista de películas pendientes aparezcan títulos como Stockholm o esta 10.000 km películas que tan solo se han podido disfrutar en festivales o en circuitos mal-llamados "alternativos" (o lo que viene siendo lo mismo snobismos de aquellos que quieren sentirse diferentes al colectivo... dicho esto: todo mi respeto).

10.000 km llegó a mis oídos tras no ser la elegida para representar a España en los Oscars de 2015, me hablaban de un maravilloso "plano-secuencia, el más largo de la historia del cine español ¡¡¡22 minutos!!!" y de cómo la Academia de Cine no se había arriesgado a enviar un cinta tampoco convencional a los Oscars. Semanas más tarde llegaban las 3 nominaciones que la película ha recibido a los Premios Goya 2015 y fue entonces, para llegar con los deberes hechos a esta cita, cuando decidí hacer clic en el play y disfrutar (o sufrir, vaya usted a saber) con 10.000 km.

Debo comenzar diciendo que 10.000 km es la ópera prima del director catalán Carlos Marques-Marcet quien no hace mucho recibía el premio "Ojo Crítico" por esta misma cinta, un director al que debemos agradecerle que haga una película española sin la necesidad de mostrar ningún pecho y es que con jóvenes directores como Marques-Marcet parece que el cine español poco a poco está cambiando y sobre todo superando la etapa del "destape".

10.000 km habla del amor en los tiempos modernos, del amor tecnológico en la que las distancias tratan de acortarse con una llamada de Skype o un mensaje WhatsApp, un amor 2.0 lejano a aquel que se profesaban Romeo y Julieta. 10.000 km habla del amor a distancia y de las consecuencias de la misma, 10.000 km habla de cómo al buscar la felicidad de la otra persona hipotecamos la propia cayendo en un bucle de infelicidad e insatisfacción de nefastas consecuencias para la relación.

Como podéis observar la idea de 10.000 km es realmente buena y cercana ya que este tipo de relaciones que se nos cuentan cada día son más habituales en un mundo que no conoce fronteras y que vive profundas crisis que hacen moverse a sus habitantes en busca de un mejor futuro. Aquí es Alex (ella) quién debe abandonar la ciudad que comparte con su pareja para realizar un proyecto fotográfico en el extranjero, más concretamente en Los Ángeles. Esta búsqueda de un futuro mejor distancia físicamente a Alex y a Sergi pero poco o poco asistiremos a cómo su relación comienza a tambalearse.

Pero partiendo de una idea tan buena y real 10.000 km se convierte en una cinta plana, lineal y porqué no decirlo aburrida; una cinta que no emociona en ningún momento (ni para bien, ni para mal) y eso es terrible cuando hablamos de amor o lo que es peor aun, de desamor.

Esa falta de emoción es un lastre que 10.000 km no puede soportar y que se lleva por delante a una excelente dirección y a unas buenas actuaciones... pero esa falta de conexión con el espectador mata este debut (y mira, que especialmente conmigo, lo tenía fácil) pero 10.000 km no avanza, no evoluciona y muere como el amor... Por ello, para 10.000 km:

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