El Corredor del Laberinto

The Maze Runner No hace demasiado hablábamos de Divergente y de cómo las trilogías literarias juveniles se han convertido en un nuevo...

The Maze Runner

No hace demasiado hablábamos de Divergente y de cómo las trilogías literarias juveniles se han convertido en un nuevo nicho de creatividad de la industria palomitera. En los últimos tiempos parece que Hollywood ha centrado sus ojos sobre esos libros que pueblan las estanterías de los centros comerciales que tras el estreno de sus adaptaciones cinematográficas se convertirán en best-seller y pasaran a almacenar polvo en las estanterías de miles de hogares.

Una de las últimas trilogías que ha llegado a nuestras pantallas ha sido El Corredor del Laberinto basada en una novela de James Dashner. Como espectador temes estas cintas ya que lo más habitual es que la historia quede subyugada tras un velo romántico que deje a un lado la vida en este nuevo mundo. Pues aquí es donde El Corredor del Laberinto gana su primer gatito ya que a diferencia de Divergente o tantas otras El Corredor del Laberinto nos posiciona en un mundo desconocido para todos: para los habitantes del claro, para nuestros protagonista y para nosotros espectadores que comenzaremos a conocer el mundo a la vez que lo hace Thomas (así se llama él). Así, como él (y la mayoría de los clarinos), nos situamos a las puertas del laberinto sin saber que encontraremos en su interior.

Pero El Corredor del Laberinto pierde fuelle a medida que el mundo por explorar comienza a ser pequeño y las relaciones entre los personajes comienzan a establecerse y a aproximarse. Es interesante el contexto sociopolítico que existe en el claro antes de la llegada de Thomas y como las acciones de éste comienzan a dinamitarlo... pero ojo, a diferencia de Los Juegos del Hambre aquí no hay ningún grito a la rebelión ni a la sublevación si no que la aparición de una nueva alternativa genera tensión que con anterioridad no existían.

Le falta chispa, esa es la conclusión a la que llegas tras ver la película. Posiblemente porque en todo momento los espectadores, que ya estamos curtidos en mil batallas, tememos que el claro, el laberinto y sus trampas son situaciones creadas por una entidad superior que antes o después terminará por descubrirse y sucumbir gracias al infatigable trabajo de Thomas y los suyos. Más llegado el final, todos somos conscientes que El Corredor del Laberinto es la primera de una saga pero al final de las casi dos horas de película el espectador se queda pensando algo como "¿llevo dos horas mirando la pantalla para no llegar a ningún sitio?" pues estimado amigo que estás leyendo estas líneas solo tengo una respuesta para ti: "sí".

Es cierto que El Corredor del Laberinto no aburre, sería injusto decir que sí, es cierto que entretiene pero todos sabemos que le falta algo. Algo que quizás llegue en su segunda entrega programada para septiembre de 2015, algo que quizás convierta a este The Maze Runner en una precuela de una genial historia pero de momento, cuando faltan más de 6 meses para que ese algo se rebele, tan solo podemos otorgar a El Corredor del Laberinto:

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