Una vez más el formato de MasterChef Júnior ha vuelto a triunfar entre la audiencia, evidentemente no entre la audiencia infantil ya que el horario del programa (la final terminaba alrededor de la 1 de la mañana) no es acto para los más pequeños de la casa, por lo tanto no es nada descartable que TVE esté ya trabajando en una tercera entrega. 

En la pasada edición me quejé del exceso de competición que se le inculca a los niños, en este segunda edición no iba a ser menos pero me gustaría destacar una cosa que ha sucedido en esta final de MasterChef Júnior: los niños comienzan a cocinar, compañeros y familiares animando a sus amigos/retoños pero una voz se escucha y dice "disfruta..." perdonad que no sé de quién era la madre pero me ha parecido realmente interesante que además de ganar y luchar alguien, con dos dedos de frente, le haya dicho a su hijo que disfrute, que se lo pase bien y por ende que sea feliz haciendo lo que hace. Creo que mucho más allá de las recetas que hagan los pequeños cocineros este ha sido el mejor momento de la segunda edición de MasterChef Júnior. Una edición que, como ya hemos dicho, ha ganado Manuel luciendo un increíble gusto por la estética más allá del simple emplatado o sabor, un niño que ha ganado al ofrecer platos que se comían, para comenzar, con los ojos. 

Como hemos dicho Manuel ha ganado pero Teresa ha sobresalido sobre sus compañeros. Por su carácter, por sus formas y sobre todo por su soberbia y ganas de mandar. Una niña que se ha mostrado como la típica tía vieja soltera y amagada que no cría gatos porque incluso ellos prefieren no aguantarla. Teresa ha jugado el papel de anti héroe y es que tras salir expulsada regresó al programa en la repesca; sí, parece una niña engreída e insoportable pero un niña que cocina realmente bien. Al final, muchos de los espectadores que se sentaron ante la final de MasterChef Júnior lo hicieron para ver no-ganar a Teresa pero ¿os imagináis que gana? ¡¡¡Cómo mínimo le da un suponcio!!! E inunda el plató de MasterChef Júnior a base lagrimones.... Es una pena que por lo menos no haya llegado a la final para conocer así a sus padres ya que siempre nos quedaremos con la duda ¿es así por culpa del entorno o por un desarrollo de personalidad tiránica propia? 

No me gustaría terminar esta reseña sin recordar a Lluc y su candidez. Con Manu y Mauro ha sido el concursante más entrañable, un niño de verdad, un niño que ha participado en el programa no para ganar si no para pasárselo bien, una rara avis en MasterChef: un niño que se comporta como un niño y sobre todo que es capaz de reírse de si mismo (su encontronazo con la pizza roza la absurdo). No sé si Lluc será cocinero de mayor o no pero lo que os puedo asegurar es que ha sido el concursante que más ha divertido a la audiencia y más sonrisas ha conseguido.