St. Vincent

St. Vincent es una de esas cintas que huelen a decepción ¿por qué? Pues porque el trailer muestra a un Bill Murray genial y escenas real...


St. Vincent es una de esas cintas que huelen a decepción ¿por qué? Pues porque el trailer muestra a un Bill Murray genial y escenas realmente divertidas. Porque la promoción de la película ha sido feroz... así que con miedo te sientas frente a St. Vincent temiendo que nada sea lo que parece y que te encuentres ante otro atentado cultureta como Birdman.

Pero se apagan las luces y Bill Murray llena la pantalla. Está brillante en una película hecha a su medida en la que da vida a un viejo huraño y gruñón mucho más preocupado de conseguir dinero para su próximo paquete de cigarrillos o apuesta en el hipódromo que del mundo que le rodea; y es que Vincent no vive en nuestro mundo real si no que lo hace en su propio mundo totalmente escindido de lo políticamente correcto y socialmente aceptable. Pero la grandeza de Murray consigue que el espectador no sepa donde comienza la persona y termina el personaje, vamos, un poco como el bueno de Jack Nicholson en Mejor Imposible.

Pero no os equivoquéis St. Vincent no es en absoluto una película de perdedores que se reencuentran a si mismos y logran así la salvación de su alma impura (a los ojos de la sociedad), para nada. En St. Vincent encontraremos viejos gruñones, prostitutas embarazadas, madres ahogadas para poder dar de comer a su hijo y niños que crecen sin referencias y nadie se avergüenza de ser lo que es.

Es comprensible que muchos penséis que St. Vincent puede ser un nuevo drama pero no, no lo es. St. Vincent es una ácida comedia, una comedia fuera de lo común de los últimos años, una comedia que en ningún momento busca el chiste fácil o el gag soez, al contrario, St. Vincent está realmente medida y cuidada (de ello que no caiga en el drama facilón), es una cinta que juega con las apariencias iniciales y con los diferentes estilos y formas de vida, es cierto que camina por el filo y que en cualquier momento puede caer pero Theodore Melfi sale victorioso y consigue ofrecer una gran película a quienes se sientan ante ella.

Es cierto: St. Vincent no es una historia nueva o sorprendente, es cierto que ya la hemos visto otras veces o de otra manera pero en ningún momento huele a refrito posiblemente porque, como ya hemos dicho, Bill Murray aporta su carisma para convertir este St. Vincent en una nueva experiencia. Pero Murray no está solo: Melissa McCarthy acaricia el drama pero en ningún momento pierde el tono de acidez cómica que destila St. Vincent, sí, nunca pensé escribir esto pero Melissa McCarthy hace una buena interpretación. Sería injusto hablar de actuaciones y no hablar de Jaeden Lieberher (Oliver), sí, es cierto que a veces puede ser ese niño repelente que quieres ahogar con tus propias manos pero poco a poco evoluciona a lo que es: un niño que vive cargado de miedos, un personaje que mimetiza a su nueva "figura paternal".

Como podéis suponer considero a St. Vincent una cinta más que recomendable, una cinta capaz de arrancarnos una sonrisa de complicidad en esos días en los que menos te apetece es sonreír, así que para St. Vincent:

Me gustaría hablar de la escena final de la que se acompañan los créditos: ¿cuántos actores serían capaces de llenar una pantalla sentados en una silla cantando un tema de Bob Dylan? Pues eso: enorme Bill Murray.

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