Destino Marrakech (Exit Marrakech)

Sería demasiado fácil decir que  Destino Marrakech se trata de un reflejo del crecimiento personal de un joven que comienza a descubrir ...


Sería demasiado fácil decir que Destino Marrakech se trata de un reflejo del crecimiento personal de un joven que comienza a descubrir el mundo que existe más allá de su exclusivo internado. Y lo hace de la mano de su padre, un afamado director de teatro que se encuentra de gira por Marruecos. 

Y en esos pequeños detalles es donde se hace grande: primero por choque cultural de un europeo snob y clasista al llegar a Marruecos, un pueblo económicamente más débil pero no por ello más pobre para Ben Marruecos se convierte en un fascinante y nuevo mundo. Un mundo que le enseñará que existe vida más allá de los uniformes o corsés elitistas paternos porque sí, además de Ben otro de los pilares de la cinta es su padre, una persona que se piensa superior que quienes le rodean pero no por motivos económicos sino por motivos intelectuales ya que él es creador y el resto somos simplemente espectadores de su creación.

Destino Marrakech presenta el doble viaje, un viaje de padre e hijo que aunque transcurre paralelo está realmente diferenciado hasta que ambos, como no, a través de la tragedia coinciden en punto e intención.

Pero no solo es una viaje: Destino Marrakech es la muestra que aunque el colonialismo ya no existe cierta parte del mundo se cree creativa y moralmente superior a aquellas regiones que fueron colonias y es que Heinrich no va a trabajar como director de teatro a Marruecos, va a "apostolizar" con su arte y su moralidad. Heinrich es el retrato de la falta de aprecio a culturas que consideramos inferiores por el mero hecho de ser simplemente diferentes.

Pero Destino Marrakech se apoya en Marruecos; Marruecos como paisaje y Marruecos como viaje tanto físico como emocional y es que es el paisaje es más que el simple entorno donde sucede la acción, tiene vida propia y aporta un plus intangible a la película: sus luces, sus sombras, la gente que lo transita, el esquí por las dunas o la simple llamada de oración a la mezquita, todo suma para crear para Ben (y para el espectador) un nuevo mundo por descubrir. Un mundo, una cultura, una manera de hacer las cosas diferentes a las de la vieja Europa ombligo del mundo.

Y es esta falta de ambición, la pequeñez de la historia y la ausencia de azúcar la que convierte a Destino Marrakech en una película recomendable ya que en ningún momento busca contentar al espectador, sino acompañar a Ben en sus nuevos descubrimientos que muy probablemente también sea primeras veces para el espectador. Caroline Link no busca un reencuentro padre-hijo sobre todas las cosas; sí, evidentemente sucede, es inevitable pero mantiene el tono cercano y sin estridencias de la cinta.

Muchos pensaréis que los gatitos son excesivos pero siendo justos creo que Destino Marrakech merece:

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