¡Hank Moody debe morir, Hank Moody se merece morir! Y todo lo que no sea eso será (y es) fracaso. 

Pero recobremos la calma: Californication llega a su séptima y última temporada con una trama desgastada, muchos se han cansado del conflicto Hank-Karen... pero ¿qué esperan? Californication es la historia de Quijote y Dulcinea, un hombre lleno de ideales que se pierden entre melenas, whisky y drogas (de mayor o menor dureza) y es que Hank vive constantemente en una espiral de autodestrucción de la que siempre logra salir. Esta séptima temporada, aunque las fichas son nuevas, el juego es el mismo por eso Hank merece morir, para hacerse martir en su propio mundo por eso, cuando huye de Los Ángeles (y abandona cruelmente su negro corcel) decepciona a todos los seguidores de Californication pero ¿qué culpa detiene el bueno de Hank? Pues ninguna, la culpa es de los guionistas como-cup-cakes de los que esta temporada se ríe... y mira que lo tenían fácil: tan solo Hank podía estar escribiendo su propia serie tal y como le propuso Rath a lo largo de la temporada. Pero no, hemos caído en el happy-end, una cosa a la que Hank no estaría dispuesto. Esto es como lo de Vargas Llosa: siempre criticando el faranduleo para terminar vendiendo bombones en Navidad, incoherencias de la vida y de las series. 

Quizás cuando Hank atravesaba el croma para recorrer la costa de USA a lomos de su corcel al ritmo de los Rolling Stones (creo que eso fue el final de la quinta temporada) hubiese sido un buen momento para dejar a Hank huir pero desde Showtime decidieron retenerle para robarle toda su clase, todo su glamour y ese estilo de adorable niño travieso para convertirlo en un calzonazos que corre persiguiendo hacia la puesta de sol persiguiendo un avión ¡¡¡y trapándolo!!! ¡¡¡Qué no coño!!! ¡¡¡Qué no se puede jugar con los sentimientos de los seguidores!!!

De nuevo vuelvo a cargar contra el final... mal. Centrémonos en esta séptima temporada: para mí tiene dos partes bastante bien diferenciadas una primera donde Hank recibe la noticia de su "nueva" paternidad y asistimos al cambio de Hank, que se convierte (con sus taras) en un ser cariñoso y responsable... pero ¿por qué Hank no llega a pedir la prueba de paternidad? Es que hemos ido a lo fácil: hijo-gordito-simpático, mamá-buenorra y Hank de nuevo luchando por mantener la calma ¿y Karen? Pues se ha tomado media temporada de vacaciones hasta que llega su momento... y de nuevo volvemos al camino fácil ¿no os suena de otras series? ¿no es recuerda a House cuando Amber recata a House para ser ella la mártir? Pues sí: a lo fácil amigos, tragedia ilógica.

Muchos critican además el séptimo capítulo ("La cena") porque se supone que no encaja, no estoy de acuerdo: creo que simplemente es una manera de decir adiós, un homenaje a tantos momentos disparatados, mezclando Californication con el camarote de los Hermanos Marx, sin ir más lejos Hank llamará Harpo a Levon durante media temporada. ¿Por qué hablo de este capítulo concretamente? Porque marca el final de la serie: a partir de ahí Hank Moody, el gran Hank Moody, se convierte en un cobarde que no se atreve a decir la verdad a Julia y la emplaza a una cita a la que nunca acudirá, empieza a sonar Rocket Man de Elthon John cuando Hank siempre ha sido rock en estado puro (los Rolling, Lew Ashby, Atticus...) ¿por qué nos traicionan? Elthon John es la representación del mal... comienza el traveler y vemos como Julia besa a Rath (mal resulto), como Levon olvida a las putas y se centra en una chica normal (no me gusta como lo han resulto), como Marcy y Charlei se instalan en la casa de Hank y Karen (me gusta mucho el detalle aunque no hayan aportado nada a esta temporada) y como Stu muestra su depravación al cenar con una muñeca hinchable y él, el corcel negro, con dos faros esta vez, se queda solo en medio de la carretera mientras el sol se pone... ahí, en ese Porsche negra se queda Hank Moody, el escritor, el profesor de universidad, el genio... en el avión se va el amante de Karen... bonita redención, cruel traición.