Joven y Bonita (Jeune et Jolie)

De Joven y Bonita podréis encontrar mil y una críticas en la red, algunas la destacan como una obra de arte en el oscuro mundo de Fran...


De Joven y Bonita podréis encontrar mil y una críticas en la red, algunas la destacan como una obra de arte en el oscuro mundo de François Ozon, otras en cambio dirán que es una presuntuosa manera de perder el tiempo sin ningún tipo de sentido o explicación y posiblemente algo de razón tengan ambas afirmaciones. Comencemos diciendo que en Joven y Bonita encontramos a Isabelle, una chica que acaba de cumplir los 17 años y que decide perder la virginidad con un (des)amor de verano en un playa de la costa francesa, esto que es comprensible para el espectador comienza a resultar inquietante cuando vemos su primera peripecia sexual a través de los ojos de su hermano (menor que ella) y es que Ozon coloca al espectador en un voyeur que observa a Isabelle sin ser visto. Lo hace en su primera y vez y lo continúa haciendo cuando esta se convierte en puta (sí podría decir prostituta y quedaría más fino pero el propio Ozon nos deja bien claro que no hay lugar para florituras). 

Y como veis hemos llegado a quizás el punto más inexplicable de Joven y Bonita: ¿por qué Isabelle, una chica de 17 años hija de una familia acomodada, decide convertirse en puta para visitar habitaciones de hoteles con hombres mayores? En ningún momento Ozon nos muestra el motivo de ello, solo una imagen onírica en la que algunos entienden que con la virginidad Isabelle también pierde el alma... pero quizás esto sea hilar demasiado fino. 

Porque Joven y Bonita se ve desde un punto de vista extraño y diferente: en ningún momento termina de importarnos los porqués de Isabelle, la gente con la que se acueste o por qué su hermano la espía, Joven y Bonita nos da absolutamente igual pero a la vez es hipnótica y posiblemente se deba en gran medida a la mirada de Marine Vatch que como bien sentencia uno de sus clientes es demasiado bella y melancólica para una chica de su edad. 

Al final de Joven y Bonita no tengo demasiado claro que es lo que Ozon pretendía contarme, quizás tan solo el crecimiento de esas esas quincañeras que juegan a ser poetas en su libreta adornada con corazones y membretes de diseño pero llevado al extremo para marcar, para provocar o para escandalizar al público y crítica pero no. Estamos hartos de ver asesinatos, niños vendidas como esclavas sexuales, embarazos precoces... una mujer desnuda no nos escandaliza por combinar sus clases con las camas por dinero, Ozon no logra esa tan buscada perversión pero quizás, tan solo se deba a que nada consigue impresionarnos ni escandalizarnos e incluso nos deja indiferentes. Joven y Bonita es algo así, como voyeurs nos gusta mirar pero si le termina el espectáculo continuaremos con nuestras vidas sin importarnos en exceso (por no decir nada) el show al que terminamos de asistir. 

Así aunque Vatch nos apunte con esa fría mirada capaz de derretir corazones tan solo se llevará:



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