Breve Elogio al Odio, de Nathalie Kuperman

Parece que últimamente todos los libros que decido abrir tienen un denominador común: la música, así que para no atiborrarme de melodías en...

Parece que últimamente todos los libros que decido abrir tienen un denominador común: la música, así que para no atiborrarme de melodías en exceso he decidido abrir Breve Elogio al Odio de Nathalie Kuperman, un libro que encajaba perfectamente con el que paralelamente estaba leyendo y del que tendréis su reseña en las próximas semanas. 

Breve Elogio al Odio no es un pequeño ensayo sobre ese maravilloso sentimiento que todos -tú, yo y el de más allá- hemos experimentado en algunas/bastantes/muchas situaciones sino que se trata de una serie de cuentos que tienen un sentimiento común: el odio, bueno, eso es lo que Nathalie Kuperman nos cuenta. 

Pero comencemos por el principio: Nathalie Kuperman es invitada a participar en una colección de cuentos que analizan los sentimientos humanos y ella, aceptando, decide escribir sobre el "odio"... claro, momentos después se arrepiente y dice que llama de nuevo a la editorial para ver si puede cambiar de sentimiento y hablar sobre "el amor" ¡ay, bendita coherencia! Así,

La mayoría de los relatos que Nathalie Kuperman nos presenta son bastante anodinos, vamos, que me han dejado bastante indiferente y lo que es peor: no he sentido ese odio en alguno de ellos; lo cual me lleva a pensar si realmente Kuperman ha escrito expresamente los textos para este Breve Elogio al Odio o bien los ha rescatado y adecuado al proyecto... Apenas he sentido el odio, el cotidiano, el que tenemos al vecino, al viandante, al jefe, al... que nos quiere presentar Kuperman, todas menos una han sido historias que me han dejado frío (y la que no lo ha hecho ha sido más por el uso de la violencia que por el sentimiento de odio en si mismo). 

Aun así reconozco que los relatos no son previsibles para el lector, o por lo menos para mí no lo fueron, pero que en ningún momento son brillantes. Como ya he comentado con anterioridad: indiferentes quizás sea el adjetivo que los defina. Así que el odio se queda en el título que, como a mí, engaña al lector ingenuo. 

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